La Zoofobia se define como un persistente, anormal e injustificado miedo a los animales.

Este término puede hacer referencia a dos aspectos:

- Término genérico para expresar la clase de fobia específica donde el paciente teme a los animales, ya sea a algunos en particular o bien a los animales no humanos en general.

- Simplemente un disgusto o rechazo hacia los animales.

Existen varios tipos de Zoofobia, como por ejemplo:

- Entomofobias (miedo a los insectos), tales como la apifobia (miedo a las abejas), aracnofobia (miedo a las arañas) o mirmecofobia (miedo a las hormigas).

- Herpetofobia o miedo a los reptiles o a las serpientes en particular (ofidiofobia).

- Incluso hay personas que temen a los animales domésticos, como el perro (cainofobia) o el gato (ailurofobia).

- Algunas clases de zoofobia son temores extremos a animales que se sabe que pueden llegar a ser peligrosos o salvajes (agrizofobia), como los toros (taurofobia) o los tiburones (selacofobia).

- También se puede presentar la equinofobia, que es el miedo a los caballos.

- La Murofobia (miedo a ratas y ratones) también es una fobia bastante común, ya que se ven como animales amenazantes por las enfermedades que pueden llegar a transmitir.

Sin embargo, la zoofobia no debe ser confundida con un miedo razonable a los animales peligrosos o amenazadores, como un oso salvaje o una serpiente venenosa. Pero también existen fobias a animales que son inofensivos, como las gallinas (alektorofobia), las aves (ornitofobia), los peces (ictiofobia) o los topos (zemifobia).

La persona zoofóbica se siente irracionalmente atemorizada, a veces al punto de verse paralizada, cuando está próxima a cualquier animal.

Este miedo suele estar limitado a uno u otro tipo de animal.

Los niños zoofóbicos, a menudo, gritan o huyen cuando aparece el animal que les provoca la fobia. Sin embarlo, los adultos se muestran más controlados habitualmente, aunque no siempre, pues llegan a sentirse muy ansiosos en presencia del animal temido.

La zoofobia, como cualquier trastorno de este tipo, puede causar diversos síntomas propios de la ansiedad, tales como la taquicardia, la sudoración de palmas, sequedad bucal, temblores, etc. Incluso puede llegar a desembocar en ataques de pánico, más allá de que el fóbico reconozca que sus temores no tienen fundamento.

Si este miedo es de tal magnitud que limita la vida del fóbico, se debe acudir a ayuda profesional. Puede tratarse con terapias cognitivo-conductuales usando métodos de exposición y técnicas de manejo de la ansiedad.

Publicado en apoyo psicológico por: Gemma Asarbai el 26-07-2012 archivado en Fobias